05 de septiembre 2025- enero 2026
En 2025 se cumplen 90 años desde que Japón y Costa Rica establecieron relaciones diplomáticas. Sin embargo, la conexión entre ambos países se remonta a tiempos mucho más antiguos. Nuestros antepasados formaron parte de un mismo grupo humano de origen mongoloide, cuya tierra natal se ubicó a en la región alrededor del lago Baikal, en el continente euroasiático. Al finalizar la última era glacial, un grupo de estas poblaciones migró hacia Japón, mientras que otro se dirigió hacia el continente americano. Con el tiempo, ambos grupos desarrollaron culturas propias, perfectamente adaptadas a sus respectivos entornos.
Por ejemplo, el pueblo Jōmon, que habitó Japón aproximadamente entre hace 13,000 y 10,000 años, compartía rasgos genéticos y culturales con los pueblos indígenas de América, incluyendo los que habitaron lo que hoy es Costa Rica. A partir de esta relación, surgió la teoría de que algunos Jōmon posiblemente llegaron accidentalmente a América del Sur. Según esta hipótesis, estas personas habrían partido desde la costa del Pacífico japonés y, guiadas por las corrientes marinas, arribaron a las costas de Ecuador, donde contribuyeron a la formación de la cultura Valdivia.
Aunque la arqueología actual ha descartado esta teoría, resulta muy valioso estudiar los puntos en común entre ambas culturas a través del Pacífico, pues nos ayuda a comprender mejor la esencia de cada una. Además, este tipo de reflexiones ofrece una visión enriquecedora para fortalecer el vínculo entre Japón y Costa Rica. Esperamos que, mediante esta exposición, los costarricenses se interesen por la cultura japonesa, un país que, aunque distante geográficamente, es “su vecino al otro lado del océano”.
Del 17 de octubre 2025-15 febrero 2026
En “Memorias”, Oscar Bonilla nos plantea representaciones del pasado tamizadas por su experiencia vivencial y nos introduce de esa manera en una arena donde se superponen los conflictos, los consensos y los relatos de los distintos sectores de la sociedad. El arte, con su poética instintiva. es un camino que nos lleva a internarnos en el espíritu de lo que pasó, que muchas veces es más revelador que los libros de historia, más aún cuando quien lo cuenta lo hace con la contundencia con que Bonilla maneja los
recursos visuales, creando climas intimistas y sugerentes que nos llevan a la reflexión y a la emoción.
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